Si un año atrás no había razones objetivas para una devaluación, ahora hay menos. La realidad muestra que los fundamentos de la economía están sólidos y, por ende, no hay razones para que una fuerte devaluación ocurra.
Si un año atrás no había razones objetivas para una devaluación, ahora hay menos. La realidad muestra que los fundamentos de la economía están sólidos y, por ende, no hay razones para que una fuerte devaluación ocurra.