La rosca del endeudamiento seguirá así retroalimentándose, hasta que el país esté fundido y todo explote por los aires, como en 2001. Aparecerá entonces un gobierno nacional, popular y democrático que desandará el perverso camino, volverá a desendeudar al pueblo y fortalecerá la economía al dotarla de mayores niveles de autonomía y autosuficiencia