TE ODIAN
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Te odian: cuando te metieron el cuento de que el chavismo te iba a quitar a tus hijos y se los llevaría a Cuba, cuando te llenaron de terror al imaginarte sin tus niños. Nadie que te quiera puede hacerte tanto daño. Y porque te odian llamaron a tus hijos a la calle, mientras resguardan a los suyos en la Miami de tus amores. Tus hijos, su carne de cañón, porque tienen fotógrafos y redes sociales para capitalizar paseando su cadáver.
Por Carola Chavez
NAC&POP
4 Feb 2019
Te odian: cuando te metieron el cuento de que el chavismo te iba a quitar a tus hijos y se los llevaría a Cuba, cuando te llenaron de terror al imaginarte sin tus niños… no hay nada más desgarrador que ese miedo y ellos te lo metieron en el alma, porque te odian.
Nadie que te quiera puede hacerte tanto daño.
Te llevaron, aterrado, a marchar contra el Coco quita niños.
Marchaste hacia una emboscada que tenían preparada: “Necesitamos muertos” -decían y tú asentías sin saber que eras uno de sus blancos.
Plantaron francotiradores y anunciaron muertos antes de que cayeran, falló la puntería, cayó el señor que marchaba a tu lado, y otro más allá y otro y otro… los mataron para redondear su golpe, y los muertos fueron tuyos, porque te odian.
Muertos inútiles, olvidados en el estrepitoso fracaso.
Te inventaron un paro y tu paraste en nombre de la libertad, mientras ellos no pararon de cobrarte tus obligaciones, alquileres, deudas, matrículas escolares, todo.
Quebraron a tanta gente, tu gente, porque los odian.
Los encerraron en sus calles, una y otra y otra vez, obligándolos a tragar humo y violencia durante meses.
Cada vez con más violencia, cada vez con más miedo.
El terror y el odio se instalaron en las juntas de condominio, se inició en tu vecindario la cacería de El Sapo Rojo, y sapo rojo era cualquiera que se quejara del humo, del encierro, de los desconocidos con caras de malandros que les cobraban peajes para dejarlos entrar y salir de sus casas.
Te hicieron eso porque te odian.
Y porque te odian llamaron a tus hijos a la calle, mientras resguardan a los suyos en la Miami de tus amores.
Tus hijos, su carne de cañón, equipados con armas precarias, suicidas, convertidos en tropas de asalto, y ojalá se mueran, porque tenemos fotógrafos y redes sociales para capitalizar paseando su cadáver, paseando tu dolor inconsolable como una bandera… y otra vez olvidarlos, porque su muerte no sirvió a sus objetivos.
Recorrieron el mundo suplicando sanciones, castigos para el país, para todos los que aquí vivimos.
El este del Este es también Venezuela y no lo sabes, y no consigues Losartán y repites el mantra tonto que dice que las sanciones no afectan a la gente, sino a Maduro.
Y como, a pesar de las dificultades, seguimos viviendo, buscaron el bloqueo petrolero, la asfixia absoluta.
Y quieren más: quieren que venga el ejército gringo, ya sabes, el que deja un reguero de muertos por donde pasa y te dicen que vendrá el soldado Ryan, el Capitán América, y que no te pasaría nada si esa invasión ocurriera, que vas a poder seguir yendo a tu consultorio, llevando a tus niños al cole, mientras las balas y bombas gringas matan solo a los chavistas feos.
Gestionan la destrucción del país y tú los aplaudes y, solo si sus deseos se cumplen entenderás lo que te digo: te odian.