LA SECTA DEL BRANDING

Debemos recordar las frases pronunciadas una y otra vez por Mauricio Macri: cortas, sin contenido, apelando a la sensibilidad del que escucha, sin definiciones, cambiando la dirección de la responsabilidad colectiva orientándola hacia el interior disfuncional que debe armonizarse con el mundo (esto es ni más ni menos que jerga new age).
Por Marcelo Fernández
Fotos Nicolas Bovio, Archivo
Revista El Puente
1.-”Toda su percepción de la realidad la hace a través de clichés doctrinales, que son frases cortas, contundentes y claras que sustituyen a los complicados, aunque cotidianos, procesos de elaboración mental.”
2.-”Un cliché es absorbido sin crítica alguna por el adepto y se convierte inmediatamente en “su” propio pensamiento o mecanismo para analizar la realidad.”
3.-”La propaganda no debe asustar ni producir un impacto excesivo, con riesgo de ser considerada sospechosa y rechazada…La propaganda debe ofrecer una imagen acogedora, de conveniencia personal, sin dejar ver que se llama a la gente a “cambiar su vida” y cargarle con enormes sacrificios o esfuerzos…Hay que hablar a cada cual en su idioma, y decir lo necesario a través del tema y vocabulario preferido por el oyente”.
4.-”Ud. puede convencer a cualquiera, de cualquier cosa, si se pasa el día insistiendo en lo mismo. Quizás no lleguen a creerlo al ciento por ciento, pero sin duda les quedarán muchas ideas. Especialmente si no tienen otras fuentes de información que puedan contribuir a formarles una opinión.”
5.-”El tener una jerga común da una sensación de exclusividad, unidad, protección y fortaleza. Pero al ser un lenguaje muy restrictivo (en cuanto al número de palabras usadas cotidianamente), reduce la capacidad para pensar, sentir y analizar.”
Mauricio Macri durante la campaña presidencial.
Dice Jorge Halperín: “Lo que impresiona al discutir con un anti K, es su infantilización, repetición de slogans y razonamientos pedestres”.
Muchos de los que habitamos el 49 por ciento que no eligió a Mauricio Macri como presidente, experimentamos en carne propia la perplejidad del periodista.
Entablar una discusión en términos políticos con muchos simpatizantes de Cambiemos es similar a estrellarse contra una burbuja de flexiglass.
Los argumentos racionales no hacen mella sobre la superficie bruñida y transparente.que contiene y vuelve impermeable al sujeto en cuestión.
La única interacción que uno obtiene a cambio de cuidadosos análisis cuantitativos y cualitativos es la repetición pertinaz de clichés discursivos pronunciados como mantras infalibles y absolutos, como el “Om mani padme hum” del budismo.
Casi sin variaciones escuchamos: “Se robaron todo”, “La pesada herencia”, “Tenemos que pagar la fiesta”, “Vivíamos demasiado bien”, etc.
Figuras retóricas que apenas resisten el primer embate de la lógica pero que permanecen, persisten y derogan el abordaje crítico de cualquier fenómeno social.
La pregunta que se deriva es: ¿por qué sujetos que son probadamente racionales, equilibrados, eficientes y empáticos en otros campos se convierten en autómatas parlantes frente al análisis de la realidad?
Con esa pregunta en la cabeza desde noviembre de 2015 (incluso antes) me llevé por delante un pequeño libro, “El Poder de las Sectas”, del investigador y escritor español Pepe Rodríguez.
El texto es de 1989 y de él tomé las frases que abren el artículo. Los dos primeros párrafos son de ese autor -Pepe Rodríguez-, y ahí describe los clichés usados por las sectas.
El tercero pertenece a Ángel Livraga, de la secta filonazi Nueva Acrópolis.
El cuarto tiene un autor más inquietante: Charles Manson, líder de la secta asesina “La familia Manson”, responsable intelectual de los asesinatos de siete personas: la actriz Sharon Tate y otras cuatro personas en la casa de Tate, en Beverly Hills y de Leno y Rosemary LaBianca.
La quinta frase, por último, es de Rodríguez, aludiendo a la jerga de las sectas.
Mientras leía el libro no dejaba de relacionar su contenido con los simpatizantes impermeables de Cambiemos.
Quizás había encontrado una parte de la respuesta a la pregunta sobre la irracionalidad de los sujetos racionales formulada más arriba.
Las respuestas automáticas que escuché a lo largo del año tienen la forma del “cliché”: “frases cortas, contundentes y claras que sustituyen a los complicados, aunque cotidianos, preocesos de elaboración mental”, son absorbidos sin crítica y se convierten en los mediadores para analizar la realidad.
Por otra parte, la descripción de la propaganda para captar adeptos formulada por Livraga describe casi punto por punto la campaña electoral de Cambiemos.
Sobre todo, la oración que por fin echa luz acerca de la ecléctica proliferación de frases de ocasión: “Hay que hablar a cada cual en su idioma, y decir lo necesario a través del tema y vocabulario preferido por el oyente”.
La consideración de Manson acerca del modo en que la propaganda debe percutir sobre la opinión pública remite a dos aspectos entrelazados: el rol de los medios de comunicación y la cadena nacional no oficial que “se pasa el día insistiendo en lo mismo” y de esa forma logra que “quizás no lleguen a creerlo al ciento por ciento, pero sin duda les quedarán muchas ideas.”, y el creciente apagón informativo de medios disidentes que consigue “convencer a cualquiera, de cualquier cosa” mucho más cuando “no tienen otras fuentes de información que puedan contribuir a formarles una opinión.”
Por último el análisis de la subjetividad que realiza Rodriguez se ajusta a lo que observa Halperín: “Al ser un lenguaje muy restrictivo reduce la capacidad para pensar, sentir y analizar.”
En este punto debemos recordar las frases pronunciadas una y otra vez por Mauricio Macri: cortas, sin contenido, apelando a la sensibilidad del que escucha, sin definiciones, cambiando la dirección de la responsabilidad colectiva orientándola hacia el interior disfuncional que debe armonizarse con el mundo (esto es ni más ni menos que jerga new age).
Veamos: “Si asumimos la parte que nos toca y confiamos en que los otros asumirán la suya, se formará una red”.
O “No hay límites.
No hay nada que pueda detenernos si nuestro objetivo es claro, ambicioso y audaz.
Controlemos nuestro rumbo de manera sencilla: hoy mejor que ayer, mañana mejor que hoy, el año próximo mejor que éste…
Y no podremos equivocarnos”.
O “No hay manera de cambiar algo con la mirada.
Ver la realidad y limitase a opinar sobre ella no sirve.
Es la acción la que cambia al mundo, son nuestro cuerpo y nuestra mente actuando con un propósito lo que nos hace avanzar”.
O “Hay una parte del mundo que nos necesita personalmente para ponerse en movimiento” o “Si esperamos las condiciones ideales para producir un cambio, este nunca ocurrirá.
El momento siempre es ahora”.
O “Y de repente tenemos una revelación: Somos nosotros mismos los responsables de hacer o de no hacer lo que hay que hacer”.
Y no solo Macri lanza estras frases. María Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de Buenos Aires. dice:
“Es emocionante ver lo que estamos logrando juntos”.
O el impreciso “Juntos podemos todo” de Jorge Macri.
Hagamos abstracción del contexto: estas frases podrían haber sido parte de la arenga de un telepastor en la madrugada de los canales de televisión de aire en la Argentina.
Tal coincidencia no es inocente.
Branding celestial