EVITA, EN ESA FOTO DE EVITA

Los machos que la combatieron, juzgarían en su compostura un sport elegante; las hembras que la odiaron -las que no le perdonaron, ni su origen, ni su devenir- le estamparían un comme il faut;
EVITA, EN ESA FOTO DE EVITA
Por Rosario Galarza
NAC&POP
27/07/2009
De frente y al frente, topándose el horizonte.
A sus espaldas, esquiva e invisible, la ronca y despreciada herencia cultural de su pueblo.
La que sobrelleva erguida y cómoda, sin acostumbramientos.
Camisa celeste de hombre, escote despojado sin disimulo, saco caqui de fajina, y el cabello enmarañado.
Éste, contornea y baja por sus hombros dejando al descubierto todo su rostro, femenino y sexuado.
Amplia, fresca, armoniosa, y evocadora sonrisa, de lo que nunca fue: madre, y de lo que quiso ser: una mujer en la historia.
Sus ojos truenan y sollozan, y su mirada escurre y resucita la esperanza.
Esa foto, que cientos de muchachas y muchachos (en la década del setenta) enarbolaron como bandera, nos devuelve a la vista: un torso de mujer y una utopía.
Expresión cabal de la relación dialéctica y dialógica: ficción/realidad, y de su síntesis: el sueño; esta imagen, captura para el futuro los secretos de una militancia.
Aquella que le demanda fraterna y valiente, entre cánticos y proezas, su solidaridad y compromiso generacional, a una joven, que para entonces, ya no puede poner el cuerpo… se ha convertido, para siempre, en un mito.
Esa mujer, que dividió los ánimos, arrinconó y alentó voluntades hasta el último aliento, que dejó huérfanos o satisfechos, posa ante el fotógrafo de entrecasa.
Los machos que la combatieron, juzgarían en su compostura un sport elegante; las hembras que la odiaron -las que no le perdonaron, ni su origen, ni su devenir- le estamparían un comme il faut;
Y los Jerarcas del Imperio, que Eva Duarte detractó, jacarandosos y bárbaros, ellos, exclamarían: ¡in!
Esa foto, que es hoy parte indivisible de un álbum colectivo, lo es también de un cuerpo de mujer mancillado, que se rehúsa a los caprichos de los extorsionadores de la historia.
Ésta, y no otra, es la razón por la que aún flamea en la memoria y los altares de los excluidos, junto a otros líderes políticos y religiosos, populares.
RG/